La resignación y los rostros de preocupación de los hinchas de San Martín, cuando se retiraban del estadio, reflejaron la sensación que le dejó el empate, 1 a 1, de su equipo frente a Unión Aconquija.
Los dirigidos por Darío Tempesta volvieron a despertar los viejos fantasmas que se habían instalado en La Ciudadela en los primeros dos encuentros del torneo. En el balance final, lo que el conjunto de Las Estancias realizó en los primeros 45 minutos le alcanza para establecer un margen a su favor ante un equipo local descontrolado e inexpresivo.
Habrá que revisar detenidamente los videos de los partidos que el “santo” jugó en los últimos años para encontrar una actuación tan floja como la que mostró en ese lapso del partido. Fue tan pálido lo mostrado por el local que solo puede consignarse un cabezazo de Darío Cajaravilla, que se estrelló en el travesaño, como llegada al área visitante. Una cosecha pobrísima para un equipo que pretende ser protagonista en la pelea por el ascenso.
En la misma medida que se remarca el flojo desempeño del local, hay que elogiar la tarea de los catamarqueños que mostraron capacidad para manejar la pelota. La principal sorpresa fue la tarea de Alejandro Toledo (ex San Jorge), que se las ingenió para crear zozobras a la zaga local, que por momentos lució impotente para neutralizarlo. Él armó la jugada que finalizó con el gol de Silvestre Sacayan.
En el complemento, San Martín salió decidido a buscar el empate ante un rival que con el correr de los minutos fue desdibujándose. Las entradas de Gonzalo Rodríguez y Lucas Chacana revitalizaron el juego del local. Por eso no extrañó que luego de un remate de “Maxi” Rodríguez que se estrelló en el travesaño, Gonzalo estableció el 1-1.
Esto fue un duro golpe para la visita que perdió la línea. Sin embargo, San Martín careció de ideas futbolísticas para ir en busca del triunfo. A Tempesta le espera un duro trabajo para revertir la situación.